domingo, 9 de noviembre de 2008

Primera parte

Despertando de un lavado de estomago con un dolor infernal, y para colmo ver a la persona que menos quieres vera tu lado.
Hola cariño ¿como estas, como te sientes?- Le pregunta esa persona no deseada a quien llamaremos Randy.
Como crees que me sienta. – Le responde Elizabeth.

En ese momento llega la enfermera para suminístrale los medicamentos, y le dice ¿Señorita Mcdrill, su madre quiere verla esta afuera esperando, le digo que pase?
Si por favor- respondió está sin hacer caso a los besos que le daba Randy a su mano.

Cuando la mamá entro una señora que impactaba por su belleza y elegancia, era una señora como de unos 45 años o cincuenta como mucho de un metro setenta (típico de miss) y uno ojos envidiable de un color verde que te hipnotizaban con solo verlos, y una voz tranquila pero a la vez fuertes.
Hola, hija como te sientes mejor, me asustaste mucho tuve que viajar desde donde estaba para acá, por eso tarde tanto en llegar, tu papá todavía no ha conseguido vuelo, pero quiere que te diga que esta muy pendiente de ti. – le dijo la madre mientras abrazaba a su hija con mucha fuerza pero sin lastimarla.

Bien madre, discúlpame por esto no fue mi intención en verdad- le dijo la hija con lágrimas en los ojos mientras trataba de deshacerse de Randy que no soltaba su mano.

Randy me puedes dejar a solas con mi madre un momento por favor- dijo Elizabeth.

OH, madre en verdad lo siento no quise llegar tan lejos pero es que la rabia y el dolor me cegó no podía pensar, en verdad discúlpame- dijo Elizabeth con lágrimas en sus ojos.

Hija no te preocupes, cuando salgas de aquí ya vas a ver que todo se va a solucionar- Le respondió la madre mientras le acariciaba el cabello amarillo como el sol.
La madre en realidad no le quería decir que aunque ellos no le fueran a reclamar nada de lo que había pasado, ella iba a tener que enfrentar ciertas consecuencias de lo que ella había hecho.


Después de dos días en el hospital Elizabeth salió del hospital camino a su casa para encontrar en su apartamento un hogar totalmente vacío y desolado con una nota sobre la mesa que decía: “las llaves están en el tazón”.

Ahora se encontraba totalmente sola, había perdido el amor de su vida por cuestiones ajenas a ellos, y lo peor, ahora tenia que soportar el estigma de un intento de suicidio.

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