lunes, 10 de noviembre de 2008

Segunda parte

Una semana después tengo que aprehender a caminar de nuevo, pero esta vez solo yo; me tengo que acostumbrar a caminar sin ti a mi lado- pensó Elizabeth mientras conducía a toda velocidad por un camino angosto de new Hampshire donde iba a casa de madre donde tenia pensado pasar un temporada, para recuperarse de todo lo que había pasado.

Hola madre ¿Gabriel no se ha comunicado contigo?- preguntó Elizabeth haciendo un gran esfuerzo para que no se le salieran las lágrimas cuando al pronunciar su nombre.

No, no me he comunicado con él, pero imagino que debe estar en la empresa. ¿Cómo te sientes hija, quieres que te prepare algo?- Dijo ala madre mientras se acercaba para darle un fuerte abrazo.

No mamá tranquila no necesito nada, por ahora solo quiero ir a mi cuarto a descansar si no te molesta – le dijo ella mientras subía con mucha calma las escaleras.

Cuando Elizabeth llegó al cuarto se sentó en la cama a llorar, mientras subía por las escaleras tuvo una visón (eso que uno denomina flash) de lo que pudo haber sido su vida si no hubiese tenido el aborto por consecuencia del lavado del estomago.

OH madre es que yo quería a mi hijo, pero sucedió loo del lavado de estomago, madre yo no me hubiera tomado las pastillas si hubiese notado que estaba embarazada, pero no me di cuenta el doctor me dijo que apenas tenia dos semanas que no me iba a dar cuenta al menos que me hiciera una prueba. – dijo Elizabeth llorando desconsoladamente en el borde de la cama con las manos sosteniendo su rostro de muñeca de porcelana.

Aparte el desgraciado de Gabriel me ha pedido el divorcio y se quiere quedar con todo, con todo lo que yo hice y construí durante estos años, todo mi trabajo. – completo Elizabeth entre sollozos que hacían que las palabras casi no se entendieran.

Mi bebé no tenía idea de esto que me estas contando, lo siento mi bebé no hubiese querido que nunca sintieras esta clase de dolor pero son cosas de la vida. Dijo la madre abrazando a su hija como cuando era pequeña, mientras que los sollozos de esta se hacían cada vez más frenéticos.

Elizabeth se quedó dormida al poco rato después de la insistencia de su madre que descansara que esto la iba a hacer sentir mejor.

La señora Mcdrill decidió cocinar unos caldos para que cuando Elizabeth se despertará comiera algo y así a lo mejor lograr que se sintiera mejor.

Lo único que la señora Mcdrill no sabía era que por más que cocinara y cuidara de su hija, esta todavía no había pasado lo peor y que no le iba a dar chance de pensar mucho si quería salvar la vida de su hija del fatídico final que le esperaba.

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